jueves, 22 de marzo de 2012

TRADUCCIÓN INDEPENDIENTE DE LA PARTE I DEL UB, CON CITAS BÍBLICAS: NOTAS DEL TRADUCTOR E INTRODUCCIÓN

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NOTA DEL TRADUCTOR 


Toda la inmensa complejidad de esta primera parte de Los escritos de Urantia, que se refleja no solamente a nivel conceptual sino lingüístico y contextual, interfiere seriamente con la labor del traductor. Si el traductor —como la mayoría de lectores casi incluso los más avezados nativos del inglés—  no alcanza a comprender del todo el texto en inglés, ¿cómo se puede realizar una traducción al español satisfactoria?; si en inglés se hace uso de neologismos como “trinitize”, “absonitize” or “deitize”, con sus derivados verbales y nominales, para representar esta complejidad, ¿cómo construirlos en nuestra traducción dentro de la naturaleza de la lengua española?; si el contexto socio-cultural es imprescindible para realizar la adecuada elección del léxico, ¿cómo tener en cuenta el contexto universal y celestial inédito a la experiencia del lector y, por tanto, del traductor? Por ejemplo, los reveladores consideran a los serafines como femeninos, pero en español son masculinos, ¿tendríamos que decir “las serafinas”?

A todo esto se une la diferencia de la retórica del inglés y el español. Convertir una lengua lineal como el inglés en otra no lineal, tendente a la digresión como es el español, no es tarea fácil. En general el inglés es una lengua directa, nominal, y el español es una lengua evocativa, narrativa. Si el inglés tiende a usar sustantivos abstractos, el español tiende al uso de formas verbales, si el inglés adquiere cohesión léxica basándose en la repetición de términos, el español rehúye esta repetición y se lanza a la búsqueda del sinónimo justo. Además la lengua inglesa es muy libre y elástica en cuanto a la formación de palabras a partir de sufijos y afijos, el español es, a corto plazo, poco flexible. 

Esta complejidad podría justificar en parte los miles de errores de las dos traducciones existentes[1], pero hay otros muchos que se podrían haber evitado si los responsables de estas hubiesen tomado las decisiones adecuadas. Esta nueva traducción[2] al español de la primera parte de Los escritos de Urantia nace, pues, con la intención de enmendar esos errores y buscando la naturalidad y la belleza en el lenguaje de las que dichas traducciones a menudo carecen.

Soy consciente, no obstante, de estas dificultades y reconozco que resulta imposible lograr una traducción “perfecta” de los escritos. Estoy seguro de que la traducción que tiene ahora el lector en sus manos tendrá también errores achacables de mi parte a la imposibilidad de entender el texto por completo y de encontrar un soporte léxico de expresión adecuado al español. Si las traducciones son procesos interminables —tenemos el ejemplo de la Biblia— mucho más lo es la de los escritos de Urantia y, muy  especialmente, de esta primera parte por los conceptos teológicos tan avanzados y novedosos que se nos presentan. Los reveladores se quejan con frecuencia de las dificultades que entraña traducir desde la lengua de Orvontón al idioma inglés “los conceptos profundos” y las “verdades avanzadas”:

1,2 A pesar de nuestro empeño por ampliar la conciencia cósmica y aumentar la percepción espiritual, nos resulta sumamente difícil exponer conceptos profundos y verdades avanzadas cuando nos tenemos que ceñir al uso de una lengua determinada de vuestro mundo. Pero se nos aconseja, en nuestro mandato, que nos esforcemos todo lo posible por transmitir nuestros significados usando los símbolos verbales del idioma inglés. Se nos han dado instrucciones para acuñar términos nuevos solamente cuando el nuevo concepto a describir carezca de una terminología en este idioma que se pueda emplear para expresarlo ya sea de manera parcial o incluso con más o menos distorsión de su significado.

En este párrafo también se menciona la dificultad especial de traducir los nombres del universo a la lengua inglesa:

210,6 Estos gobernantes trinos de los sectores mayores son peculiarmente perfectos en el dominio de los detalles administrativos, de aquí su nombre: perfectos de días. Al citar los nombres de estos seres del mundo espiritual, nos enfrentamos con el problema de traducirlos a vuestro idioma, y muy a menudo es una ardua tarea realizar una traducción satisfactoria. Nos disgusta usar denominaciones arbitrarias que tendrían para vosotros poco significado; y, por lo tanto, nos resulta con frecuencia difícil elegir el nombre apropiado, un nombre que os resulte claro y que al mismo tiempo, de algún modo, designe al original.

De manera similar se expresan aquí estos reveladores, pero nos ofrecen un halo de esperanza:

17,2 Somos plenamente conscientes de las dificultades de nuestro cometido; reconocemos la imposibilidad de traducir del todo el lenguaje de los conceptos de la divinidad y de la eternidad a los símbolos del lenguaje de los conceptos finitos de la mente humana. Pero sabemos que en la mente humana mora una fracción de Dios, y que con el alma humana reside el Espíritu de la Verdad; también sabemos que tales fuerzas espirituales se aúnan para hacer posible que el hombre material alcance a comprender la realidad de los valores espirituales y la filosofía de los contenidos del universo. Además sabemos, incluso con mayor certeza, que estos espíritus de la Presencia Divina son capaces de asistir al hombre a entender espiritualmente toda verdad que contribuya a ampliar la realidad, siempre en progreso, de la vivencia religiosa personal —de la conciencia de Dios—.

Hay fuerzas espirituales que se aúnan para ayudarnos a comprender esta complejidad conceptual.  

Teniendo todo esto en consideración, podemos darnos cuenta de la  enorme dificultad que tiene la traducción del UB al español y el riesgo que se corre de distorsionar el significado del texto en inglés cuando muchos contenidos permanecen inalcanzables para la mente humana. Creo que necesitaríamos la ayuda de un traductor celestial.

Espero, no obstante, haber dado un paso adelante hacia la mejora del texto en castellano. Estaré, de todos modos, atento a cualquier sugerencia de los lectores —y al avance de mi propio entendimiento del libro— para poder incorporarla en sucesivas ediciones de este libro.



[2] Esta traducción se ha realizado a partir de The Urantia Papers (Navensink, NJ: Pathways Inc., 1995), que recoge, íntegramente y sin alteraciones, el texto original de 1955.


Esta parte primera de Los escritos de Urantia, que constituye una unidad en sí misma, es un fascinante relato que invita al lector a pasear por el universo central y los universos globales y a conocer la infinitud de seres que lo habitan o recorren. Es un paseo en el que a veces el tiempo y el espacio o dejan de existir o se agrandan hasta extenderse por cientos de miles de años luz, y que nos muestra el grandioso plan de salvación, el magnífico plan de ascensión hasta el encuentro con Dios, preparado para nosotros, los peregrinos del tiempo. Es pues una aventura arrebatadora de la mente y del espíritu desde su prólogo hasta el último de los treinta y un escritos que integran esta primera parte.

El prólogo, la abstracción conceptual teológica más compleja jamás escrita en la historia de la humanidad, es una especie de glosario que intenta aclarar para la limitada mente humana el significado de Dios, divinidad y deidad:

1,1 En la mente de los mortales de Urantia —así se llama vuestro mundo— existe una gran confusión respecto al significado de términos como Dios, divinidad y deidad. 

Si bien las explicaciones superan con creces nuestra capacidad de comprensión:

2,2 La Deidad es susceptible de ser personal como Dios, es prepersonal y suprapersonal de maneras no del todo comprensibles para el hombre. La Deidad se caracteriza por la cualidad de la unidad —actual o potencial— en todos los niveles supramateriales de la realidad. Las criaturas comprenden mejor esta cualidad unificadora como divinidad.

En el libro se nos aclara que el prólogo ha sido “redactado por un consejero divino de Orvontón, jefe del colectivo de seres personales del universo global designado para describir en Urantia la verdad acerca de las deidades del Paraíso y el universo de los universos (17,3).” Por su complejidad, sería aconsejable que el lector primerizo, antes de acercarse al prólogo,  comenzara  a leer los treinta y un escritos que le siguen. En estos escritos se nos dice que la primera parte se realizó “con el patrocinio de un grupo de seres personales del universo global de Uversa y el beneplácito de los ancianos de días de Orvontón”.

            Estos treinta y un escritos, de una coherencia y profundidad teológica sin parangón, tienen diferentes líneas temáticas admirablemente entretejidas. Los diez primeros tratan, en primer lugar, del Padre Universal, de la naturaleza y de los atributos de Dios, de su relación con el universo y con las personas; en segundo lugar, del Hijo Eterno y de su relación con universo; en tercer lugar, del Espíritu Infinito y de su relación con el universo y, en cuarto y último lugar, de la Trinidad del Paraíso. Veamos unos pasajes para ilustrar algunas de estas referencias. Esto se dice del Padre Universal:

21,1 El Padre Universal es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y de todos los seres. Pensad primero en Dios como creador, después como rector y por último como sostenedor infinito. La verdad sobre el Padre Universal comenzó a manifestarse a la humanidad cuando el profeta dijo: “Sólo tú eres Dios; no hay semejante a ti. Tú has creado el cielo y el cielo de los cielos, con todos sus ejércitos; tú los preservas y mandas. Por los hijos de Dios fueron hechos los universos. El Creador se cubre de luz como de vestidura y extiende los cielos como una cortina”. Solamente el concepto del Padre Universal —un solo Dios en lugar de muchos dioses— permitió al hombre mortal comprender al Padre como creador divino y rector infinito.

Del Hijo Eterno leemos:

73,1 El Hijo Eterno es la expresión perfecta y final del “primer” concepto personal y absoluto del Padre Universal. En consecuencia, siempre y como quiera que el Padre se exprese de forma personal y absoluta, lo hace a través de su Hijo Eterno, que siempre ha sido, ahora es, y siempre será, el Verbo vivo y divino. Y este Hijo Eterno reside en el centro de todas las cosas, en vinculación con el Padre Eterno y Universal, envolviendo estrechamente su presencia personal.

Del Espíritu Infinito se nos dice:

90,3 Nos encontramos ahora frente a frente con el origen en la eternidad del Espíritu Infinito, de la tercera persona de la Deidad. En el instante mismo en que Dios Padre y Dios Hijo conciben de forma conjunta una acción idéntica e infinita —sustentar un plan de pensamiento absoluto—, en ese mismo momento, el Espíritu Infinito comienza a existir, ya en su completa totalidad.

Y finalmente, la Trinidad del Paraíso se describe de la siguiente manera:

108,1 La Trinidad de las eternas deidades del Paraíso facilita al Padre su evasión de la absolutidad del ser personal. En la Trinidad la expresión ilimitada de la infinita voluntad personal de Dios está vinculada de forma perfecta a la absolutidad de la Deidad. El Hijo Eterno y los diferentes hijos de origen divino, junto con el Actor Conjunto y sus hijos del universo, liberan en efecto al Padre de las limitaciones por otra parte inherentes a la primacía, perfección, inmutabilidad, eternidad, universalidad, absolutidad e infinitud.

Los siguientes cuatro escritos tratan de la cosmología del universo, de la geografía del cosmos. En ellos se describe el universo de los universos, las esferas sagradas del paraíso, el universo central y divino y los siete universos globales. Esto se dice del universo:

128,1 Por su inmensidad, la extensa creación del Padre Universal está totalmente fuera del alcance de la imaginación finita; la enormidad del universo matriz deja estupefactos a seres incluso con la capacidad nocional del orden al que pertenezco. Pero en gran medida se puede instruir a la mente humana en el plan y disposición de los universos. Hay cosas que podéis conocer en relación a su organización física y a su extraordinaria administración; podéis aprender mucho acerca de los diversos grupos de seres inteligentes que habitan los siete universos globales del tiempo y  del universo central de la eternidad.

En cierto sentido, el Paraíso es una parte de esta cosmología, pero es más bien la fuente, el centro de lo creado, de ahí se deriva todo lo demás:

118,1 El Paraíso es el centro eterno del universo de los universos y la morada del Padre Universal, del Hijo Eterno, del Espíritu Infinito y de sus divinos iguales en rango y colaboradores. Esta isla central es la masa organizada de realidad cósmica más gigantesca de todo el universo matriz. El Paraíso es esfera material al igual que morada espiritual. Toda la creación inteligente del Padre Universal reside en moradas materiales; por consiguiente, el centro de la potestad absoluta debe ser también material, real. Y de nuevo debe reiterarse que las cosas y los seres espirituales son reales.

Los últimos dieciséis escritos están centrados en los seres personales que habitan el universo, la mayoría desconocidos para nosotros, y que nos asisten de muchas maneras en nuestro camino de ascensión. Aunque existen todavía muchos seres que no se nos han revelado, tal como a menudo se nos comunica, los autores de esta parte nos dan a conocer a otros muchos al igual que la función que desempeñan en estos universos. Estos son: los siete espíritus mayores, los siete grupos de espíritus supremos, los seres personales supremos de la Trinidad, los seres de igual rango de origen en la Trinidad, los hijos de Dios del Paraíso, el ministerio unido de los hijos del Paraíso, los hijos de Dios trinitizados, los mensajeros solitarios, los seres personales superiores del Espíritu Infinito, las multitudes de mensajeros del espacio, los espíritus servidores del universo central, el ministerio de los supernafines primarios, los espíritus servidores de los universos globales, los directores de la potencia del universo, los seres personales del gran universo y el colectivo final. Esto se dice, por ejemplo, de los siete espíritus mayores:

184,12 Los espíritus mayores realizan muchas labores, pero en este momento su campo de acción particular es la supervisión central de los siete universos globales. Cada espíritu mayor posee una sede central, de enormes proporciones, desde donde se focaliza la fuerza, que circula con lentitud alrededor de la periferia del Paraíso, manteniendo siempre una posición frente al universo global bajo su directa supervisión y en el punto focal en el Paraíso desde donde rige específicamente la potencia y distribuye la energía de forma segmentada. Las líneas radiales que limitan cada uno de los universos globales convergen, en efecto, en la sede central en el Paraíso del espíritu mayor encargado de su supervisión.        

La complejidad de la labor de esos espíritus mayores y los otros seres, es tremenda, pero veamos otro pasaje, más cercano a nosotros, que resume el objetivo de todo este esfuerzo descomunal que parte del mandato de Dios de que seamos perfectos como él lo es en su esfera de perfección. Si seguimos este mandato de los tiempos tendremos un glorioso destino:

354,6 Los mortales evolutivos nacen en los planetas del espacio, pasan por los mundos morontiales, ascienden a los universos espirituales, atraviesan las esferas de Havona, hallan a Dios, logran el Paraíso y se incorporan en el colectivo final principal, para aguardar allí su próximo destino en servicio del universo. Hay otros seis colectivos finales congregándose, pero es Granfanda, el primer ascendente mortal, quien preside como jefe del Paraíso sobre todos los órdenes de finalizadores. Y al presenciar este sublime espectáculo, todos exclamamos: ¡Qué glorioso destino para los hijos del tiempo de origen animal, para los hijos materiales del espacio!

En contraste con las otras tres partes del libro de Urantia, de esta primera se han encontrado escasas fuentes bibliográfica; tan solo resuena, en muchos pasajes, un eco bíblico, de ahí las múltiples referencias a la Biblia que he incorporado. Pero lo extraordinario de estas referencias es que toman un inusual significado porque las emplaza en su contexto real.

Para la traducción de los paralelismos bíblicos he hecho uso de la Biblia de Reina Valera actualizada (1995), aunque también he utilizado como recurso la Biblia de Jerusalén (1994). Para la localización de las citas, ha sido de gran ayuda The Paramony: A Parallel and Harmony of the Urantia Book and the Bible, desarrollado por Duane Faw. Este libro contiene unas 13.000 referencias cruzadas entre los escritos de Urantia y la Biblia, incluidos los libros apócrifos más importantes. Las citas bíblicas son de diferentes tipos: algunas coinciden en ambos textos literalmente, pero otras no, y pueden ser simplemente referencias no literales o la una modificar o contradecir a la otra. Por ejemplo, en los escritos, leemos:

44,1 Dios está presente en todas partes; el Padre Universal gobierna el círculo de la eternidad, pero en los universos locales lo hace a través de las personas de sus hijos creadores del Paraíso. También da vida por medio de estos. “Dios nos ha dado la vida eterna, y esta vida está en sus hijos”.

La cita “Dios nos ha dado la vida eterna, y esta vida está en sus hijos” se corresponde a 1 Jn 5,12, pero en la Biblia es singular: “Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo”.  

Quisiera por último agradecer a los autores de los escritos por su esfuerzo y dedicación para hacernos partícipes de este inmenso conocimiento. Estoy seguro de que alguna vez podremos conocerlos en nuestro eterno viaje hasta las orillas del Paraíso.

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